Las tablillas de madera verticales se alinean con la feminidad de las curvas orgánicas invitando al espectador a seguir explorando. Una pantalla panelada de ingenioso diseño separa los dos bancos minimalistas, dispuestos en idénticos espacios de líneas curvas. Escultura y estructura, la instalación combina los códigos de la Bauhaus tan intrínsecamente relacionados con la propia estética de La Prairie.
Una vez dentro, el espectador se convierte en participante, disfrutando del espacio y abstrayéndose del mundo exterior en un lugar en el que el tiempo parece detenerse. Un paisaje auditivo especialmente diseñado para la instalación envuelve al participante en una composición sonora que intensifica la intimidad del interior. Sentado en uno de los bancos, el participante espía a otros participantes a través de la pantalla, compartiendo ambos una sensación única y fugaz.